Enfermedad ocular tiroidea (EOT) puede provocar diversos cambios a largo plazo alrededor de los ojos. Estos cambios pueden incluir retracción de los párpados, abultamiento, hinchazón y flacidez de la piel, que afectan no sólo al aspecto, sino también a la sensación y el funcionamiento de los ojos. Para muchos pacientes, estos síntomas persisten incluso después de que haya pasado la fase activa de la inflamación. En ese momento, el tratamiento suele pasar de controlar la inflamación a restaurar la estructura, el aspecto y la comodidad.
Existen dos tipos principales de tratamiento para tratar las secuelas de la DET: procedimientos quirúrgicos como la blefaroplastia y opciones no quirúrgicas como rellenos, Botox o tratamientos cutáneos. Ambos tienen valor, pero sirven para fines distintos.
Entender cuándo y por qué se utiliza cada uno de ellos puede ayudarle a tomar decisiones informadas que respalden sus objetivos visuales y estéticos a largo plazo.
Comparación entre tratamientos oculares quirúrgicos y no quirúrgicos
La blefaroplastia y el rejuvenecimiento ocular no quirúrgico están diseñados para mejorar el aspecto y la función de la zona ocular. Sin embargo, difieren en cómo funcionan, qué tratan y cuánto duran sus resultados.
Blefaroplastia es un procedimiento quirúrgico que elimina o recoloca el exceso de piel, grasa y, a veces, músculo de los párpados superiores o inferiores. A menudo se utiliza en pacientes con DET para restablecer la función normal de los párpados, reducir las molestias y mejorar la visión cuando la piel caída o flácida interfiere en el campo visual. También puede corregir las bolsas persistentes bajo los ojos o la retracción de los párpados que puede producirse tras la descompresión orbitaria.
Los tratamientos no quirúrgicos suelen ser menos invasivos e incluyen inyectables, terapia láser y técnicas de estiramiento cutáneo. Son ideales para pacientes con problemas estéticos de leves a moderados, como hundimientos, arrugas finas o ligera hinchazón. Aunque pueden mejorar el aspecto, no abordan los problemas estructurales causados por el DET.
Para los pacientes con DET, la elección entre estos dos enfoques depende de si su principal preocupación es funcional o estética, y de lo avanzadas que estén las alteraciones tisulares.
Cuándo la blefaroplastia es la mejor opción
La blefaroplastia suele recomendarse una vez que la DET se ha vuelto inactiva, lo que significa que la inflamación se ha estabilizado y los cambios tisulares ya no progresan. En este momento, la atención se centra en restablecer la anatomía y la función normales. La blefaroplastia puede corregir la flacidez de los párpados superiores que pesan sobre los ojos, eliminar la grasa desplazada que causa la hinchazón y mejorar la posición de los párpados inferiores para ayudar con el ojo seco o la irritación.
Esta cirugía es beneficiosa para los pacientes con TED que experimentan:
- Párpado superior caído que limita la visión o causa fatiga
- Exceso de piel o grasa que crea un aspecto pesado y cansado
- Bolsas persistentes bajo los ojos que no responden a otros tratamientos
- Retracción del párpado que afecta al cierre del ojo o causa sequedad
A diferencia de las soluciones temporales, la blefaroplastia proporciona una corrección a largo plazo. Los resultados suelen durar de 10 a 15 años y, en muchos casos, los pacientes sólo necesitan someterse a la intervención una vez. También puede combinarse con otras cirugías funcionales, como la descompresión orbitaria o la reparación del estrabismo, para obtener un resultado más completo.
Dado que la DET afecta tanto a la forma como a la función, los objetivos de la blefaroplastia suelen ir más allá de la estética. La intervención puede reducir la irritación, proteger la córnea y restaurar la simetría, lo que la convierte en una de las herramientas quirúrgicas más eficaces para los pacientes en fase de recuperación de la enfermedad.
Tratamientos oculares no quirúrgicos
Para los pacientes con cambios más leves o para los que no están preparados para la cirugía, el rejuvenecimiento ocular no quirúrgico puede ofrecer una mejora significativa. Estos tratamientos suelen realizarse en la consulta y el tiempo de recuperación es mínimo. Aunque no corrigen las alteraciones importantes de los tejidos ni los problemas funcionales, pueden mejorar el aspecto general o perfeccionar los resultados tras una intervención quirúrgica.
Algunas de las opciones no quirúrgicas más comunes son:
- Rellenos dérmicos: Se utiliza para alisar los huecos bajo los ojos, conocidos como lagrimales. Los rellenos restauran el volumen perdido y pueden ayudar a difuminar la transición entre el párpado inferior y la mejilla.
- Botox: Ayuda a suavizar las patas de gallo y otras arrugas dinámicas alrededor de los ojos. También puede equilibrar el tono muscular desigual si después del tratamiento con DET persiste una leve asimetría de los párpados.
- Rejuvenecimiento con láser: Mejora la textura de la piel, la pigmentación y las líneas de expresión alrededor de los ojos. Es ideal para pacientes cuya piel se ha vuelto fina o áspera tras una inflamación o una intervención quirúrgica.
- Radiofrecuencia y ultrasonidos: Estas tecnologías tensan la piel estimulando la producción de colágeno. No son invasivas y pueden ayudar a reducir la laxitud leve o la flacidez precoz.
Aunque estos tratamientos no sustituyen a la cirugía, suelen formar parte de un plan de cuidados más amplio. Por ejemplo, un paciente que se somete a una blefaroplastia puede elegir más adelante la terapia láser para mejorar la calidad de la piel o el Botox para reducir las patas de gallo.
Los pacientes deben esperar a que la fase inflamatoria de la DET se haya resuelto por completo antes de iniciar cualquier tratamiento estético no quirúrgico. De este modo se reduce el riesgo de complicaciones y se garantiza la previsibilidad de los resultados.
Tiempo de inactividad, resultados y recuperación comparados
La blefaroplastia y los tratamientos no quirúrgicos difieren significativamente en el tiempo de recuperación, el coste y la durabilidad de los resultados.
La recuperación quirúrgica suele durar entre una y dos semanas. La inflamación y los hematomas son frecuentes, pero la mayoría de los pacientes vuelven a realizar actividades ligeras al cabo de unos días y a la rutina diaria en dos semanas. Los resultados completos pueden tardar varias semanas en aparecer, sobre todo a medida que desaparece la inflamación residual. El resultado es duradero y no suele requerir mantenimiento.
Los tratamientos no quirúrgicos suelen requerir poco o ningún tiempo de inactividad. Es posible que experimente una ligera hinchazón, enrojecimiento o hematomas durante uno o dos días, dependiendo del tratamiento. Sin embargo, los resultados son temporales. El Botox dura entre tres y cuatro meses, mientras que los rellenos pueden durar entre seis meses y un año. Los procedimientos con láser y de estiramiento cutáneo suelen requerir sesiones repetidas para lograr un efecto óptimo.
Si lo que busca es una corrección única con efectos duraderos, la cirugía suele ser la mejor opción. Si desea una mejora sutil con un trastorno mínimo de su agenda, las opciones no quirúrgicas pueden ser útiles, sobre todo para quienes se encuentran en las primeras fases de recuperación o envejecimiento.
Combinación de tratamientos para un rejuvenecimiento ocular óptimo
En muchos casos, los resultados más naturales y completos se obtienen combinando tratamientos quirúrgicos y no quirúrgicos. La blefaroplastia puede corregir problemas estructurales, mientras que las terapias no quirúrgicas pueden perfeccionar y mantener los resultados a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, un paciente que se ha sometido a una intervención quirúrgica puede seguir teniendo hundimientos bajo los ojos. Una pequeña cantidad de relleno puede suavizar la transición y restaurar un contorno más juvenil. Del mismo modo, el rejuvenecimiento con láser puede suavizar las líneas finas y mejorar el tono de la piel una vez restaurada la estructura de los párpados.
La clave está en el momento oportuno. Los tratamientos no quirúrgicos deben aplicarse siempre después de que se haya resuelto la inflamación y se haya completado la cicatrización de la intervención quirúrgica. Un enfoque coordinado, paso a paso, permite obtener mejores resultados y una experiencia más segura en general.